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Renegociar y no pagar

Un congreso cómplice autorizó la conversión del megafraude en megadeuda, el actual no se ha complicado demasiado la vida para cumplirle sus caprichos y necedades al ejecutivo

Los financieros oficiales, los de todos los niveles, para no dejar fuera a nadie, se guían por aque precepto del “gurú” de todos ellos, Pedro Aspe Armella, el que fuera secretario de Hacienda y Crédito Público de Carlos Salinas de Gortari y asesor de dos que tres gobiernos del estado de Coahuila en materia de pesos y centavos: los economistas no hacen las cosas para que las entienda el hombre de la calle.
Ese es el tamaño del desprecio que sienten los gobernantes que pergeñaron con hartos trabajos y con beca de gobierno un título de doctor en economía en alguna prestigiada lavaduría de cerebros extranjera, por la gente que dicen servir y que les paga sus jugosos emolumentos, creen que lo que estudiaron allá con los premios nobel es incomprensible para el común de los mortales, cuando lo cierto es que cualquier ama de casa, cualquier obrero de salario mínimo, ese mito genial según las mismas palabras del mismo fulano, entienden de economía absolutamente todo lo que hay que saber: si gastas más de lo que tienes, tarde o temprano te vas a ver metido en problemas, grandes o chicos, pero problemas.
Como secretario de Hacienda debería estar no un Guicho Videgaray a quien no le cabe un solo título académico más, sino una madre de familia que tiene que hacer milagros con lo que ingresa en la casa, eso a nivel federal, y a nivel de los estados, porque por más caras de angustia que hipócritamente pongan, ningún secretario de finanzas va a saber lo que son privaciones mientras siga manejando con una mano los dineros de gobierno y con la otra los propios a los que ni derecho debería tener vistos los pobrísimos resultados que ofrecen a los gobernados.
En días pasados salió a relucir una nota que habíamos comentado hacía no mucho tiempo en estas mismas y democráticas páginas, la de que el tamaño de la megadeuda, como eufemismo del megafraude del gobierno del estado de Coahuila, se está reduciendo a pasos lastimosamente lentos. Si el punto de partida que se manejó como la gran confesión a principios de la administración, fue de de treinta y cinco mil millones de pesos de los que nadie sabe y nadie supo que fue de ellos, dos y medio años después la deuda se halla en 34, 104 mil millones, ni siquiera alcanzando los mil millones por año, con lo que sin ser el gran académico, estaríamos hablando de que tendrían que pasar 37 años para cubrir ese pasivo heredado en mala hora por el gobierno del hermano no al gobierno del otro hermano, sino a los paganos de siempre, el pueblo de Coahuila.
Poniéndolo en el calendario, esto significa que aquellos coahuileños que todavía estén vivos en el año 2051 verán ceros en la cuenta de deuda pública…
Ahora que si usted es purista o pesimista, calcule los mil millones por cada dos años o dos y medio, con lo que los 37 años se convierten en 74, y la fecha gloriosa de no deberle nada a nadie se iría hasta el 2078 cuando muy pronto, para entonces dicen que no habrá nieve en los polos, así que lo de cuanto deba Coahuila a sus feroces acreedores es lo de menos.
Dicen que soñar no cuesta nada, y en este caso la cosa es peor, ay de aquel que se duerma, porque tendrá puras pesadillas. También habíamos comentado que en esos 34 mil millones está ya descontado el bono tasa cero que generosamente aceptamos de parte de BANOBRAS a cambio de quien sabe qué que nunca supimos y quien sabe si alguna vez salga a la luz pública lo que implicó aceptar ese regalito, traducido a pesos, esto quiere decir que el gobierno del estado ni siquiera dispone de la capacidad de ahorrar mil millones de pesos para abonar a su deuda, si acaso trescientos o cuatrocientos, si no es que llegando el aviso de depósito de las participaciones, allí mismo lo endosan para cubrir lo que se adeuda a bancos, que nos sospechamos que a como está la confianza en las autoridades estatales, no sería extraño que lo mandaran directo de Hacienda a sus socios…
Pero bueno, la nota importante no es seguir neceando con lo mismo que ya nos sabemos, sino la declaración del secretario de finanzas estatal de que gracias a las excelentes calificaciones que ha estado obteniendo (y pagando) el gobierno de Coahuila de parte de las certificadoras de deuda, se han podido entablar pláticas con los acreedores para renegociar la inmensa e impagable deuda pública, en lo que ellos entienden “mejores condiciones”.
¿Deberíamos ponernos a saltar de felicidad con la noticia?, más bien todo lo contrario, pues en el momento en que la gente de gobierno dice que comienza a ver la luz, es cuando nosotros debemos estar ciertos que se avecinan años y más años de obscuridad.
A buen entendedor, a nivel del super respetable del ama de casa: el que paga no debe, a nivel de alto funcionario es el que renegocia el que se lleva los aplausos, cuando la realidad es que debería ser procesado por contratación de deuda no autorizada, pues a eso y no a otra cosa es a lo que equivale la renegociación.
Sí, claro que los bancos ofrecen un interés “más cómodo”, en vez del 10% le prometen un 9% digamos… pero en vez de ser pagadero a veinte años lo renegocian a veintidós, veinticinco o treinta, con lo que la supuesta “quita” por bien portaditos se convierte en una extensión del tiempo en que hay que estar abonando a una deuda que originalmente no estaba allí.
Hasta donde llega nuestra ignorancia, no sabemos si los procedimientos de renegociación deben pasar por la legislatura del congreso local, o si entra en el conjunto de privilegios del ejecutivo para hacer lo que le venga su regalada gana.
Importa la cuestión porque para comenzar a renegociar se requiere un permiso de alguien, ¿ese alguien habla a nombre de quien, de los intereses presentes y futuros de quienes?, eso para ir a tocar puertas, ya que se las abrieron, ¿hay que pedir permiso para lo que ya dijimos es contratación de nueva deuda, por más que quieran taparle el ojo al macho?, y bueno, del otorgamiento del mismo no hay problema, porque este Coahuila es único: sabiendo que un Congreso con mayoría de oposición sería la única forma de amarrar las manos de un gobierno acostumbrado a hacer lo que le viene en gana, o no tanto, porque peligroso hubiera sido que encontrara las arcas llenas, y no como las halló, llenas pero de deudas por pagar.
Un congreso cómplice autorizó la conversión del megafraude en megadeuda, el actual no se ha complicado demasiado la vida para cumplirle sus caprichos y necedades al ejecutivo, y bueno, el que viene sería en todo caso el que tuviera que entenderse con la renegociación de la deuda en condiciones impensables, o no tanto, lo que alguna vez creímos esperanzados que sería pagadero en cinco o seis sexenios, se volverá una deuda eterna, ahora sí estaremos a la altura de la nación, con nuestros propios insolubles problemas financieros y por extensión, con una total incapacidad a que el gobierno enfrente los grandes proyectos que necesitan los coahuilenses para alguna vez, dejar de ser pobres, lo que no ocurrirá en las próximas tres generaciones, lo menos.


BAILE Y COCHINO

Escribe: Horacio Cárdenas

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